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12 enero, 2024Los meses fríos del año pueden traer consigo cambios notables en nuestra rutina de sueño. Factores como la temperatura, la luz y otros elementos ambientales influyen significativamente en nuestros patrones de descanso. Es esencial reconocer que, si notamos variaciones en nuestra forma de dormir durante el invierno, esto se debe a la influencia de estos factores y no necesariamente a un problema de salud.
Investigaciones realizadas por expertos en el campo sugieren que el invierno afecta al sueño de una manera particular. El impacto de cambios drásticos de temperatura, frío y calor, se refleja en efectos tanto mentales, de comportamiento, como físicos en la salud.
Uno de los factores clave es la temperatura en el dormitorio. Cada uno de nosotros tiene preferencias sobre si dormir abrigados o mantener la ventana abierta incluso en pleno invierno.
La neurología y la medicina del sueño han demostrado que dormir en un ambiente fresco, por debajo de la temperatura considerada cómoda, mejora la calidad del sueño y, en última instancia, nuestra salud. La temperatura ideal para un sueño reparador oscila entre los 15 y 20ºC. Este rango óptimo permite que el cuerpo se enfríe, preparando al cerebro para el descanso y promoviendo sueños más placenteros.
Algunas de las alteraciones del sueño que podemos experimentar en invierno incluyen:
- Un deseo de dormir más: Los cambios de humor asociados con el invierno pueden llevar a que algunas personas necesiten más horas de sueño. Esto es particularmente relevante en casos de depresión invernal o trastorno afectivo estacional (TAE), donde la pérdida de energía y la necesidad de dormir más tiempo son síntomas comunes.
- Cambios en el ciclo sueño-vigilia: Con la disminución de las horas de luz durante el invierno, nuestro cuerpo segrega más melatonina, la hormona del sueño. Esto afecta nuestro ciclo natural de sueño y vigilia, haciendo que nos sintamos más cansados antes de lo habitual y con un deseo de acostarnos temprano.
- Menos estrés y mayor relajación: Durante el invierno, se ha observado una disminución de los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esto tiene un impacto positivo en el ciclo del sueño, lo que significa que, en invierno, nos sentimos más relajados y conciliamos el sueño con mayor facilidad.
Sin embargo, un aspecto negativo del invierno es la disminución de la humedad en el aire, especialmente debido al uso de calefacción. Esto puede ocasionar problemas como irritación de garganta, tos y molestias en los ojos y la nariz, particularmente en personas con alergias o problemas respiratorios. Para aliviar estos síntomas, se puede poner un humidificador en el dormitorio o un vaso con agua encima de los radiadores.